El Día de la Igualdad Salarial es una fecha simbólica: marca el momento en que los ingresos de las mujeres logran “alcanzar” a los ingresos de los hombres durante el año anterior. Para las latinas, que ganan tan solo 54 centavos por cada dólar que ganan sus pares hombres blancos no latinos, alcanzar el salario de un hombre durante el año 2022, por ejemplo, hubiera significado trabajar hasta el 5 de octubre de 2023. En otras palabras, las latinas tendrían que trabajar 10 meses más para ganar la misma cantidad de dinero que un hombre blanco no latino en un rol similar el año anterior. 

Según un informe de la American Association of University Women, si los avances continúan dándose al ritmo actual, la brecha salarial para las latinas no se cerrará hasta el año 2197. Esta abrumadora realidad no hace más que subrayar la importancia de conmemorar fechas como el Día de la Igualdad Salarial para las Latinas y, además, la necesidad de tomar medidas inmediatas para abordar esta desigualdad. 

Entender la brecha salarial entre las latinas 

La disparidad salarial se ve reflejada en todas las mujeres de grupos minoritarios en Estados Unidos. Por ejemplo, las mujeres asiáticas y negras ganan solo 0.92 y 0.67 centavos respectivamente por cada dólar que gana un hombre blanco. Este desbalance aumenta aún más entre las mujeres latinas que desempeñan roles a tiempo completo, en los que obtienen solo 0.57 centavos por cada dólar que gana un hombre blanco no latino. 

Las consecuencias de esta brecha salarial son considerables, y se traducen en una pérdida promedio por mes de más de $2,477 dólares, que al año representan $29,724. Si consideramos estas cifras en una carrera profesional de 40 años, la pérdida total es de más de un millón de dólares. En Maryland, donde la división es menor que en otros estados, las empleadas latinas que trabajan tiempo completo todo el año están por detrás de las ganancias de sus colegas hombres no latinos en un total de $40,077. 

La diferencia se profundiza cuando se considera el impacto de la pandemia de COVID-19 y su repercusión en el mercado laboral. Muchas latinas se quedaron sin trabajo o se vieron obligadas a quedarse en casa cuidando a su familia, trabajando solo en puestos de medio tiempo. Si se consideran los empleos tanto de medio tiempo como de tiempo completo, en 2021 las latinas tuvieron que enfrentar el aumento de la brecha salarial, que ya era dramática, y pasaron a ganar tan solo 0.54 centavos por cada dólar que recibían los hombres blancos no hispanos. 

Más allá de las opiniones: La interseccionalidad del Día de la Igualdad Salarial para las Latinas 

Muchos atribuyen esta discrepancia a la clase de trabajos que realizan las latinas, que suelen percibirse como ocupaciones con “menos prestigio”. Sin embargo, un informe de la organización Institute for Women’s Policy Research subraya que estos roles esenciales que asumen las mujeres, particularmente latinas, generan salarios considerablemente más bajos en comparación con posiciones similares desarrolladas por hombres. Por ejemplo, las educadoras latinas de K-12 ganan un 15% menos que sus colegas blancos no latinos, y dentro de ámbitos como la enfermería, las profesionales latinas sufren un déficit del 25% en relación con los profesionales hombres blancos en las mismas posiciones. 

Mientras tanto, a pesar de que la participación de las latinas en el ámbito de la educación formal aumenta, la brecha salarial se perpetúa. El instituto Postsecondary National Policy Institute informó que la tasa de inscripción en la universidad de mujeres latinas aumentó en 6 puntos porcentuales de 2010 a 2020. Sin embargo, a pesar de que más latinas están formándose en distintos niveles educativos en comparación con décadas anteriores, la información muestra que la brecha se profundiza para las mujeres profesionales: en promedio, las latinas con título universitario ganan un 31% menos que los hombres blancos no latinos con el mismo nivel educacional. 

La información demuestra que la diferencia en la remuneración es un problema complejo y estructural, delineado por años de sexismo y racismo ejercido sobre las personas de color y, en particular, las mujeres inmigrantes en Estados Unidos. A estos factores, se suman las circunstancias únicas que hoy enfrentan las comunidades de latinos en el país. 

Si bien la discriminación no es un fenómeno nuevo, durante la administración de Trump se intensificó el discurso antiinmigración contra las personas con orígenes en regiones como el Caribe o América Latina. Por ejemplo, según PEW Research Center, el 41% de los adultos hispanos indican que el sesgo o trato injusto debido a sus orígenes raciales o étnicos es un problema notorio a la hora de aplicar a un empleo. Para las latinas, la situación es incluso más compleja debido a la influencia cruzada de la discriminación de género que tienen que enfrentar. 

El estado migratorio implica otra carga para las trabajadoras latinas que buscan mejores empleos y puestos que paguen mejor. Las personas indocumentadas no solo reciben las remuneraciones más bajas, sino que también enfrentan desafíos como no recibir ningún tipo de beneficios y soportan la explotación de parte de los empleadores que las someten a condiciones y horarios laborales completamente injustos. 

La competencia lingüística, o la falta de ella, surge como una barrera adicional que frena la movilidad y el acceso a mejores oportunidades para las latinas. En Massachusetts, un estado en el que las latinas ganan menos que la mitad de lo que ganan los hombres blancos no hispanos, una investigación de la University of Massachusetts Boston demostró el aumento en el número de trabajadoras latinas con competencia limitada del inglés que ingresan al mercado laboral, del 36.7% en el año 2000 al 42.2% en 2019. 

A pesar de que las latinas están aumentando su participación en la educación universitaria, la evidente desigualdad en la educación superior persiste. Según la encuesta American Community Survey de 2018 de la Oficina del Censo de Estados Unidos, en todos los estados, incluso en el distrito de Columbia, más de la mitad de las latinas solo tienen título de educación secundaria, como máximo. El contraste es inevitable: entre las mujeres blancas no latinas el porcentaje es del 28% y entre los hombres blancos no latinos es del 35%. Las latinas siguen teniendo una presencia baja en instituciones educativas con carreras de dos y cuatro años, y solo el 26.6% tiene un título universitario o superior. 

Las consecuencias económicas y sociales de la desigualdad salarial 

Los impactos de la inequidad salarial son angustiantes. A pesar de tener trabajos estables, casi 1 de cada 10 latinas que trabajan 27 horas o más por semana se encuentran por debajo de la línea de la pobreza, una cifra que casi duplica la de las mujeres blancas no hispanas. Esta realidad es incluso más preocupante para las madres solteras y sus familias, que enfrentan un desafío casi imposible a la hora de cumplir las necesidades básicas y romper con el ciclo de pobreza intergeneracional. 

La pérdida acumulada de ingresos debido a la diferencia salarial genera consecuencias impensadas para las latinas en Estados Unidos. La disparidad hace que no tengan ningún dinero extra disponible, lo que suele empujarlas a depender de préstamos para cubrir ciertas necesidades básicas, como tener un auto o acceder a la educación superior. Pero además, sus bajos ingresos ponen en riesgo la posibilidad de cumplir con los requisitos necesarios para obtener préstamos regulares para financiar estos gastos, y esto suele implicar que deban enfrentar condiciones de financiación poco favorables, o incluso que les nieguen el acceso al préstamo. En consecuencia, los caminos que podrían llevarlas a acceder a mejores salarios, como el acceso a la educación o a un medio de transporte confiable, se vuelven más y más  fuera de su alcance. 

La brecha salarial también ejerce una presión paralizante en la posibilidad acumular riquezas a lo largo del tiempo para las latinas. Tener ingresos más bajos les impide ahorrar e invertir en, por ejemplo, propiedades, que pueden ser los cimientos de la riqueza generacional. Un estudio de la organización Association of Hispanic Real Estate Professionals reveló que los latinos tienen un 81% más de posibilidades de que les nieguen una hipoteca convencional que los aplicantes blancos no hispanos. 

El impacto permanente de la desigualdad salarial en la remuneración inicial puede obstaculizar el avance a largo plazo de las carreras de las latinas, llevando a un aumento más lento del salario en comparación con sus colegas y frenando el avance en la estructura corporativa. Esta dinámica agrava la insuficiencia de ahorros para el retiro, haciendo que retirarse de forma cómoda y manteniendo la autonomía financiera en los años posteriores sea un desafío para las mujeres latinas. Particularmente, un informe de Morningstar de 2021 develó que el 69% de los latinos no tienen planes de retiro a través de sus empleadores, y solo el 8% tiene ahorros suficientes de planes de inversión alternativos del ámbito privado, perpetuando el ciclo de la desventaja frente a los blancos no latinos. 

Cómo impulsar un cambio equitativo 

Para abordar este problema complejo de forma efectiva hace falta combinar reformas políticas, cambios culturales e iniciativas educacionales. Un camino esencial para el cambio es promulgar y reforzar la legislación que asegure el pago igualitario. Apoyando un conjunto de leyes que exijan los salarios igualitarios, podemos lograr alinear los ingresos de las latinas con los de sus pares hombres no hispanos y garantizar una compensación justa para las mujeres latinas de todo el país. Las medidas como la transparencia de salarios, las políticas antidiscriminatorias y las penalidades por inequidad salarial contribuyen a promover un entorno salarial más equitativo. 

  • En 2023, la senadora Patty Murray (D-WA) y la representante Rosa DeLauro (D-CT-03) reintrodujeron la legislación Paycheck Fairness Act (Ley de equidad salarial), diseñada para reforzar la Ley de igualdad de salario de 1963. La legislación busca combatir la discriminación la salarial, equipando a las mujeres con herramientas para enfrentar las disparidades y hacer que los empleadores asuman la responsabilidad por esas diferencias. 
  • A comienzo de este año, también se introdujo la ley Salary Transparency Act (Ley de transparencia de salarios). Esta legislación requiere que los empleadores “divulguen los salarios o el rango de salarios en las publicaciones internas o públicas de búsqueda de empleados. Esto incluye en rango de salarios o salarios, y cualquier otra forma de compensación que razonablemente pueda ofrecerse como parte de la oportunidad laboral”. 
  • En Maryland, la entrada en vigor de la ley estatal HB123 de 2020, les prohíbe a los empleadores el uso del posible historial salarial del empleado. En su lugar, obliga a los empleadores a indicar el rango salarial de la posición para quien lo requiera. Esta legislación es especialmente importante para personas como las latinas, con un triste historial de salarios bajos, ya que ayuda a romper el ciclo que perpetúa los pagos inadecuados. Hasta el momento de publicación de este artículo, menos de la mitad de los estados del país (22) han establecido leyes similares. 
  • Aumentar el salario mínimo es otra estrategia viable para abordar la brecha salarial. Defender el reclamo por un salario mínimo más alto no solo busca mejorar la situación de las mujeres latinas, sino que extiende el impacto positivo en un sentido más amplio hacia todos los trabajadores de bajos salarios. Este tipo de acciones tiene el potencial de aliviar las inequidades salariales en áreas que suelen tener muchas trabajadoras latinas. 
  • Del mismo modo, las políticas de mejora en las licencias pagas médicas y familiares pueden arrojar importantes resultados. Estas políticas logran generar una red de contención, permitiéndoles a las mujeres la capacidad de administrar la maternidad, las enfermedades o las tareas de cuidados de algún miembro de la familia sin tener que sufrir una pérdida en sus ingresos. De este modo se frenan de forma efectiva las interrupciones en la carrera laboral, un factor que contribuye en gran medida a la brecha salarial. 

Aunque el apoyo a las distintas iniciativas y las reformas legislativas son parte de la solución, todas las personas y pequeñas empresas también pueden trabajar para mejorar la desigualdad extrema en las remuneraciones incorporando algunas de estas iniciativas. 

  • Es fundamental asegurar el acceso a servicios de cuidados infantiles asequibles y de calidad. Ese acceso empodera a las latinas para que puedan mantener sus carreras y seguir educándose sin verse sobrepasadas por la responsabilidad de cuidar a los niños, y les permite trabajar activamente para ayudar a disminuir las diferencias salariales. 
  • Capacitar a las latinas con educación financiera y habilidades de negociación aumentará su empoderamiento, que a su vez puede tener efectos positivos a largo plazo para ellas y sus familias. Ofrecer recursos para fomentar estas competencias permite que puedan trabajar en forma más hábil para obtener un pago justo por su trabajo. Incorpore talleres de desarrollo económico y sesiones de capacitación, enfocadas en ejercicios de roles y en el desarrollo de las habilidades necesarias para este fin. 
  • Asegurar el compromiso personal de las personas que toman decisiones para ofrecer recursos organizacionales que aborden las brechas salariales, incluyendo financiación y tiempo para las sesiones de capacitación, aumento de los gastos en salarios, y recursos para lidiar con las fricciones internas entre reclutadores, gerentes, etc. 
  • Finalmente, las campañas de concientización pública que resalten la existencia de la brecha salarial que sufren las latinas cumplen un rol instrumental para generar un compromiso más amplio y lograr cambios efectivos. Profundizando la comprensión de este problema, las campañas de este estilo permiten fomentar una responsabilidad compartida para lograr un progreso significativo. 

Cuando resaltamos en el calendario una fecha como el Día de la Igualdad Salarial para las Latinas, tenemos la oportunidad de recordar la urgencia de la necesidad de hablar de la desigualdad salarial que siguen enfrentando las latinas. Funciona como un llamado a la acción para que personas, empresas y funcionarios colaboren para disminuir las barreras, implementar políticas equitativas y crear una sociedad en la que las latinas puedan prosperar. 

Image: ©[Peopleimages.com – YuriArcurs] via Canva.com

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